Por Andrea Bayancela
Risk and Studies Coordinator – Deposit Insurance Corporation
Resulta que siempre podemos aprender lo que hoy no sabemos, pero es prácticamente imposible conseguir aprenderlo de alguien, más si tenemos mala actitud. Ocurre que estamos de paso por el mundo precisamente para eso, para cambiar, para evolucionar, para aprender y crecer. Eso hace que no ser apto hoy para algo no quiere decir que mañana tampoco ¡y qué alegría que así sea!
Hay mucho por ganar (o perder) con la actitud. Debemos ver la “buena actitud” como una aliada para sacar lo mejor de las personas, funciona en todos lados, en nuestras relaciones familiares, laborales, de pareja, etc.
Es cierto que no siempre tenemos días buenos en los que nos florece la buena actitud, pero es ahí donde debe ganar la inteligencia emocional, y autorregular nuestras actitudes hacia los demás. Saber diferenciar espacios y situaciones para dar lo mejor de nosotros con cada persona que tenemos en frente es cualidad de pocos y ahí está el verdadero reto.
En el mundo laboral pienso que tener buena actitud te garantiza ya el 50% del éxito. Ser agradecido, amable, respetuoso, considerado, empático, prudente y puntual, te convierten ya en alguien que valora cada persona que tiene alrededor, su tiempo y su trabajo.
Algo de lo que también les quiero hablar, que se relaciona con la actitud y que no tienen idea de cuánto dice de una persona, es la generosidad con el conocimiento. A muchas personas les cuesta un montón ser generosos en este sentido porque se sienten amenazados, tienen celo profesional y piensan que tienen más qué perder explicándole a otro lo que saben porque temen que esta persona les quite el puesto de trabajo.
En realidad, siendo egoístas perdemos todos. En el corto plazo tal vez no, porque evidentemente enseñarle a alguien toma tiempo y es posible que las primeras veces la tarea se retrase por esta razón, pero en el largo plazo sí que tiene efectos adversos. Ser egoísta me perjudica por dos motivos principales: 1) me lleva a no liberarme de carga de trabajo, lo que se traduce en no evolucionar, se traduce en tiempo que no estoy invirtiendo en aprender más cosas, en tareas que no estoy optimizando, en nuevos aportes a la organización que no estoy dando y que podrían ser valorados e incluso a su vez podrían traducirse en ascensos; y 2) me niego la oportunidad de aprender lo que el otro me pudo enseñar, esto es algo sumamente importante y es que toda relación interpersonal crece con la reciprocidad, es la naturaleza del ser humano, y al ser egoísta estoy dando por sentado que esa persona no tenía nada que enseñarme, lo cual es totalmente absurdo y prejuicioso; todo esto es el equivalente al precio que me costaría no ver el largo plazo.
Cuando eres líder de un equipo, la buena actitud es aún más importante, se lleva muy bien con la sinergia, de hecho yo diría que es requisito clave para conseguirla. La buena actitud es la que hace que los resultados sean mejores a los esperados, porque trasciende a las personas, cuando nos sentimos motivados y valorados es mucho más fácil dar todo nuestro potencial en las cosas que hacemos y es ahí cuando aportaremos al equipo con todo el conocimiento que tenemos. Resulta que la única manera de crear más conocimiento –aptitud- es compartiéndolo -actitud-.
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